Cultura del Hiperespacio

Aunque la curvatura de nuestro universo en una dimensión invisible ha sido medida experimentalmente, la existencia de agujeros de gusano y el que nuestro universo sea o no múltiplemente conexo es todavía tema de controversia científica.


Según un Principio Cosmológico, ni existe un centro del universo, ni existe un borde, ya que todos los lugares del universo son iguales y tiene el mismo aspecto mires en la dirección que mires. De este modo si el universo fuese finito carecería de bordes, así pues el universo unidimensional representado por una línea recta finita, debería tener sus dos extremos o bordes unidos formando un círculo. Los puntos o entes unidimensionales podrían llegar a un mismo lugar siguiendo dos direcciones distintas. A esto se le denomina universo múltiplemente conexo. Desde Georg Bernhard Riemann, los matemáticos han estudiado las propiedades de espacios múltiplemente conexos en los que diferentes regiones de espacio y tiempo están enlazadas. Y los físicos están ahora estudiando seriamente mundos múltiplemente conexos como un modelo práctico de nuestro universo.

Estos modelos son la réplica científica del espejo de Alicia. Cuando el Conejo Blanco de Lewis Carroll cae en la madriguera para entrar en el País de las Maravillas, cae de hecho en un agujero de gusano. Los agujeros de gusano pueden visualizarse con una hoja de papel. Tomamos una pieza de papel, cortamos dos agujeros en ella, y luego volvemos a conectar los dos agujeros mediante un tubo. Mientras un supuesto ser diminuto evite caminar por el interior del agujero, su mundo parecerá perfectamente normal.. Sin embargo, si el ser diminuto cae en el agujero de gusano, será transportado instantáneamente a una región diferente del espacio y el tiempo. Sólo volviendo sobre sus pasos y cayendo de nuevo en el agujero de gusano el ser diminuto podrá regresar a su mundo. Los universos paralelos pueden representarse gráficamente mediante dos planos paralelos. Normalmente, no interaccionan entre sí. Sin embargo, en ocasiones pueden abrirse agujeros de gusano o tubos entre ellos, haciendo quizá posible la comunicación y el viaje entre ellos. Aunque los agujeros de gusano proporcionan un área de investigación fascinante, quizá el concepto más intrigante que emerge de esta discusión del hiperespacio es la cuestión del viaje en el tiempo. En el film Regreso al futuro, Michael J. Fox viaja hacia atrás en el tiempo y encuentra a sus padres cuando eran adolescentes, antes de que se casaran y por lo tanto de que lo engendraran. Por desgracia, su madre se enamora de él y desdeña a su padre, planteando la espinosa cuestión de cómo nacerá él si sus padres no llegan a casarse y tener hijos.






El ufólogo francés, Jacques Vallée, publicó una historia de la ciudad en las nubes en su obra “Pasaporte a Magonia” (1969. Esta obra también inspiró a Steven Spielberg en su película “Encuentros en la tercera fase”, en la que dice que “los seres de los ovnis actuales pertenecen al mismo tipo de manifestaciones que se describían en siglos pasados secuestrando humanos y volando a través de los cielos”. Parece bastante evidente que entes de otra dimensión han influido en la historia humana desde hace milenios. Se les ha llamado indistintamente  ángeles, demonios, hadas, elfos o simplemente extraterrestres. Según Jacques Vallée: “Magonia constituye una suerte de universo paralelo que coexiste con el nuestro. Se hace visible y tangible sólo a gente elegida, y las puertas que a él conducen son puntos tangenciales conocidos únicamente por los elfos y unos pocos de sus iniciados”.  Las Hadas y otros seres como duendes, elfos, etc… son de naturaleza intermedia entre humanos y ángeles.

De igual manera todo lo que se cuenta sobre ello contiene un raro eco de lo verdadero y lo legendario. Huellas de lo imposible cercano y lo lejano posible. Presentes en las leyendas de todo el planeta con diversos nombres, siempre son seres difusos y escurridizos de ver, pero rotundos en efecto de su presencia. Y siempre en contacto, directo o indirecto, con las manifestaciones de la naturaleza. Su relación con los humanos ha estado siempre influida de su propia naturaleza ambigua. Su contacto puede producir la locura, la muerte, las riquezas fabulosas, la protección, o el amor. Y sus emociones y sentimientos pueden ser de un carácter o de otro, pero siempre puro, pues no cabe en ellos la duda, o la indefinición. Su danza, su amor, o su odio son inagotables y por eso se les ha considerado peligrosos, pues en este sentido son lo opuesto a la naturaleza humana, cuyo corazón está hecho de mezclas y contradicciones. Hay auténticos tratados que abordan aspectos de estos seres desde varios enfoques, pero sobre todo desde el mito y la leyenda e incluso desde un punto de vista antropológico. Ahí están las obras del alquimista suizo Paracelso en el siglo XVI que popularizó el término “elementales“, o la del abate francés Villiers.






Más recientemente, algunos autores se han aventurado a escribir libros donde hablan profusamente sobre hadas, duendes y gnomos desde una perspectiva global, intentando clasificarlos en familias, nombrarlos y definirlos. Una ardua tarea. Y ciertamente los datos que nos ofrecen estas obras son valiosos y clarificadores pero siempre de una parte del fenómeno. Obras que van desde el libro que escribió Walter Scott “La verdad sobre los demonios y las brujas” hasta “El diccionario de hadas” de Katherine Briggs. Todas ellas son muy válidas y hay que reconocer el esfuerzo y la dedicación de sus autores por acercarnos a unos seres tan sutiles y por hacernos comprensible un mundo totalmente incomprensible, pero que aportan una visión muy parcial de toda su complejidad. Podemos leer de arriba abajo el libro de Roberto Rosaspini Reynolds “Hadas, duendes y otros seres mágicos celtas” y quedarnos como estábamos al principio. Porque, ciertamente, nos habla de hadas (terrestres, acuáticas, domésticas, malévolas…), de duendes, gnomos, silfos, salamandras, ninfas, elfos, trasgos y animales feéricos pero redunda en más de lo mismo. Unos copian a otros y es lógico.

No hay tantos datos que aportar. Las fuentes son comunes y exiguas y todos bebemos prácticamente en las mismas aguas. Tal vez aquí radique una de las causas que explique el porqué se obliga a los investigadores del mundo feérico a tener una perspectiva miope de este misterio, porque misterio es al fin y al cabo acercarnos a una civilización que cohabita en un mundo paralelo al nuestro y del que apenas sabemos unos pocos retazos deshilachados.  Supone un desafío saber algo más sobre esta extraña Gente Menuda, aunque solo sea para darnos cuenta de que no todo son fábulas o cuentos de niños. Si todo fuera tan fácil como llegar a la conclusión de que no hay más que pura fantasía en el origen de estos relatos, muchos pueblos y culturas se hubieran ahorrado mencionar a seres que pululan por cada uno de los elementos de la naturaleza y a los que desde antiguo se les ha rendido culto, se les ha reverenciado y se les ha temido. Si todo fueran simples cuentos de hadas, sin ningún fundamento serio, tal vez no nos causaría tantos quebraderos de cabeza pensar que en la creencia ancestral en esta clase de criaturas está la génesis de algunas supersticiones sectas y religiones de corto alcance.






Hay un claro vínculo entre las Hadas y la teoría de la relatividad de Einstein. Y sería adecuado que nos acercarnos a esta especie de realidad paralela sin prejuicios, con cierta curiosidad y con todos los conocimientos y datos que tengamos a nuestro alcance, sin negar ni aceptar nada a priori. Fijándonos en los aspectos más llamativos que en ocasiones nos pasan desapercibidos como, por ejemplo, el concepto del tiempo en casi todos estos relatos. ¿Por qué esa insistencia de que el tiempo transcurre más despacio en el país de las hadas y que por tanto puede ser peligroso para un ser humano el penetrar en esta dimensión? La teoría de la relatividad de Einstein, donde se plantea esa singularidad del tiempo, se publicó en 1913 y la gran mayoría de estas leyendas proceden, por lo menos, de la Edad Media y se pusieron por escrito a partir del siglo XVII. Un enigma de tantos que está aún por desvelar.  Ninguna teoría explica la totalidad del misterio, pero todas ellas nos acercan a una realidad trascendente y escurridiza. La temática de los universos paralelos y de otras dimensiones es muy frecuente en la ficción, tanto en libros como en series de televisión. Escritores como Lovecraft, Lumley o C.S. Lewis la han utilizado en sus narraciones.

En algunos casos un universo paralelo es similar al nuestro, pero con eventos históricos diferentes. En otros, el universo ó dimensión son lugares infernales repletos de formas de vida monstruosas. En la serie Stargate, John Sheppard y su equipo viajan a distintos universos paralelos en donde en uno se encuentran a ellos mismos muertos. En la serie de ciencia ficción policiaca Fringe se toca ampliamente el tema de una posible guerra interdimensional entre los habitantes de dos universos paralelos. En la serie Flashforward aparece esta teoría en un diálogo. En la serie estadounidense Perdidos, durante su sexta y última temporada, presentan supuestamente dos universos paralelos debido a la explosión de una bomba de hidrógeno en 1977: Una en que los supervivientes del accidente aéreo son teletransportados al presente, 2007, y siguen en la isla; y otra dónde el vuelo 815 de Oceanic aterriza sano y salvo en Los Ángeles. Pero Jacques Vallée no ha podido probar que Magonia  sea una realidad física, de la misma manera que aún no se ha podido demostrar que el Cielo, el Infierno, el País de las Hadas o el Olimpo de los dioses son lugares reales.






No obstante, intuimos que Magonia está alrededor nuestro, pero en algún mundo paralelo. Las hadas y otros seres aparentemente imaginarios han sido reemplazados por entidades de otros mundos dotadas de poderes extraordinarios, a los que llamamos, según los casos, extraterrestres o espíritus. A pesar de que la vida rutinaria de la mayoría de la gente discurre al margen de lo sobrenatural, lo paranormal nos envuelve por todos lados como una espesa neblina. La tecnología empleada para erigir las pirámides y otros grandes monumentos del pasado revela que sus constructores tenían conocimientos extraordinarios y tal vez eran extraterrestres. Hay rastros de continentes sumergidos indicando que, en un pasado remoto, se desarrollaron civilizaciones muy avanzadas.  Se habla de la aparición de monstruos antediluvianos en las aguas de algunos lagos. En las altas cumbres y en la espesura de los bosques viven enigmáticos seres.  Barcos y aviones desaparecen sin aparente razón en ciertas áreas del planeta.

Estamos rodeados por el misterio y nos encontramos perdidos en este universo paralelo que es Magonia, ignorando si nos enfrentamos a hechos reales o ficticios. Como afirma Robert L. Park, director de la oficina en Washington de la Sociedad Americana de Física, en su obra “Ciencia o vudú”, “no es sorprendente que el público tenga problemas a la hora de distinguir entre charlatanes y expertos: no hay nadie que le diga quién es quién”. Nuestra época sobrepasa a las conocidas que la precedieron  en lo que se refiere a acumulación de conocimientos técnicos. Pero, sin embargo, nuestra época también  ha sido testigo de sorprendentes objetos aéreos, designados como platillos volantes u objetos no identificados  (ovnis). Y los relatos abundan en descripciones de aterrizajes efectuados por estos aparatos, muchas veces con información de las características físicas y del extraño comportamiento de sus ocupantes. Se ha especulado mucho sobre la naturaleza de los ovnis, desembocando en diversas investigaciones realizadas por comisiones científicas y militares.






Pero en estos estudios apenas se ha hecho caso del material recogido con respecto a los aterrizajes de estos aparatos.  Los investigadores casi nunca han tenido en cuenta el hecho de que unas creencias idénticas a las que aparecen hoy se han producido periódicamente durante toda la historia de la Humanidad. Si tomamos un amplio muestreo de este material histórico, veremos que se halla organizado alrededor de un tema central: la visita de seres aéreos procedentes de uno o varios países legendarios y remotos. Varían los nombres y las características, pero la idea central permanece. Llámese Magonia, cielo, infierno, País de las Hadas…, todos estos lugares tienen una característica común: ningún ser viviente puede llegar a ellos, excepto en muy contadas ocasiones. Los emisarios de estos lugares sobrenaturales llegan a la Tierra a veces en forma humana y otras bajo la apariencia de monstruos o extraños seres, y realizan maravillas. Ayudan o atacan a los hombres e influyen mediante revelaciones místicas. Seducen a las mujeres, y los pocos héroes que se atreven a buscar su amistad descubren que las doncellas del País de las Hadas sienten unos deseos que, más que de naturaleza puramente etérea, ponen de manifiesto una naturaleza claramente física.