Física del Hiperespacio

Actualmente muchos físicos creen que existen otras dimensiones más allá de las cuatro dimensiones de nuestro espacio-tiempo, y que podría alcanzarse una visión unificada de las diversas fuerzas de la naturaleza, si consideramos que todo lo que vemos a nuestro alrededor son vibraciones en el hiperespacio.


Esto es lo que también cree el científico Michio Kaku, que es un físico teórico estadounidense, especialista muy destacado de la String Field Theory, una rama de la teoría de cuerdas. Además es un divulgador científico y autor de varios best-seller, entre los que destaca Hiperespacio, en que me he basado principalmente para escribir este artículo. Podemos hacernos varias preguntas: ¿Hay otras dimensiones? ¿Hay puertas estelares que dan acceso a universos paralelos?

Los Universos Paralelos conforman uno de los enigmas que más controversias han suscitado. Es un tema que ha sido tratado por la ciencia ficción y que ha impulsado a sabios, filósofos y hombres de ciencia a explayarse sobre las más diversas teorías e hipótesis al respecto; tanto en lo que concierne a la naturaleza de esos Universos, como también, en cuanto a su ubicación con respecto a nuestro Universo conocido.
Existen varios hechos referentes a desapariciones de personas, objetos, etc., sin dejar rastro alguno y en contraposición a esto, otros acerca de apariciones imprevistas, al parecer surgidas del tiempo, ya sea del pasado o del futuro.

El Principio de Simultaneidad Dimensional, establece que dos o más objetos físicos, realidades, percepciones y objetos no-físicos, pueden coexistir en el mismo espacio-tiempo. Este principio sustenta la teoría de la interpretación de los universos múltiples y la teoría del multiverso, principio postulado por Rubén Tesolin, autor de los «Universos Paralelos», del año 1975, en la publicación Más Allá de la Cuarta Dimensión.






Actualmente muchos físicos creen que existen otras dimensiones más allá de las cuatro dimensiones de nuestro espacio-tiempo y que puede alcanzarse una visión unificada de las diversas fuerzas de la naturaleza, si consideramos que todo lo que vemos a nuestro alrededor son vibraciones en el hiperespacio. La teoría del hiperespacio y su derivación más reciente, la teoría de supercuerdas, están en plena actualidad científica.  Los seres humanos tenemos muy arraigada el sentimiento de que nuestro mundo es tridimensional. Con los conceptos de longitud, anchura y altura podemos describir todos los objetos en nuestro universo visible. Si incluimos el tiempo como una dimensión más, entonces tenemos las cuatro dimensiones generalmente aceptadas. Afirmar públicamente que pueden existir otras dimensiones o que nuestro universo puede coexistir con otros universos, es algo que todavía está en un plano teórico y especulativo.

Estamos frente a una revolución científica basada en la teoría del hiperespacio, que afirma que existen otras dimensiones además de las cuatro de espacio y tiempo aceptadas. Científicamente, la teoría del hiperespacio lleva los nombres de la teoría de Kaluza-Klein y de la supergravedad. Pero en su formulación más avanzada se denomina teoría de supercuerdas, que incluso predice el número exacto de dimensiones, que serían diez según algunos científicos. Aunque, en mi modesta opinión, creo que es muy aventurado poner un límite al número de dimensiones. Ante todo tenemos que aclarar que la teoría del hiperespacio no ha sido todavía confirmada experimentalmente y probablemente será difícil probarla en el laboratorio.  También hay que aclarar que muchas veces las referencias a otras dimensiones y universos paralelos en la literatura  son equívocas. No obstante las leyes de la naturaleza se hacen más simples cuando se expresan en dimensiones superiores. Muchos físicos están ahora convencidos de que una teoría tetradimensional convencional es demasiado simple para describir adecuadamente las fuerzas que describen nuestro universo.






La teoría del hiperespacio puede ser capaz de unificar todas las leyes conocidas de la naturaleza en una teoría. Así pues, la teoría del hiperespacio puede ser la culminación que corone dos milenios de investigación científica. Puede aportarnos la «teoría de todo», que buscó infructuosamente Einstein durante muchas décadas. Los científicos se han sentido intrigados por la aparente diferencia entre las fuerzas básicas que mantienen unido al cosmos, tales como la gravedad, el electromagnetismo y las fuerzas nucleares fuerte y débil. Los intentos para proporcionar una imagen unificadora de todas las fuerzas conocidas han fracasado. Sin embargo, la teoría del hiperespacio permite la posibilidad de explicar las cuatro fuerzas de la naturaleza, así como la aparentemente aleatoria colección de partículas subatómicas. En la teoría del hiperespacio, la «materia» puede verse también como las vibraciones que forman el tejido del espacio y del tiempo. De ello se sigue la posibilidad de que todo lo que vemos a nuestro alrededor, desde los árboles y las montañas a las propias estrellas, no sean sino vibraciones en el hiperespacio. Si esto fuese cierto, proporcionaría un medio para dar una descripción coherente y convincente del universo entero.

La física moderna no presenta a la materia como pasiva e inerte, sino en un continuo movimiento, en una danza, y una vibración cuyos patrones rítmicos están determinados por las estructuras moleculares, atómicas y nucleares. Esta es también la forma en que los místicos orientales conciben el mundo material. Todos ellos insisten en que el universo debe ser comprendido dinámicamente, con su movimiento, su vibración y su danza, como la del dios destructor hindú Shiva. insisten en que la naturaleza no se halla en un equilibrio estático sino dinámico. Según un texto taoísta llamado Ts’ai-ken t’an: “La quietud en la quietud no es la verdadera quietud. Sólo citando haya quietud en el movimiento podrá hacerse presente el ritmo espiritual, que inunda el cielo y la Tierra“. En circunstancias extremas, el espacio puede ser tensado hasta que se desgarra. En otras palabras, el hiperespacio puede proporcionar un medio de hacer un túnel a través del espacio y del tiempo. Aunque sea todavía algo especulativo, los físicos están analizando seriamente las propiedades de «agujeros de gusano» o túneles que unen partes distantes del espacio y del tiempo.






Físicos del Instituto de Tecnología de California han propuesto la posibilidad de construir una máquina del tiempo, que consistiría en un agujero de gusano que conectaría el pasado con el futuro. Los cosmólogos han propuesto la posibilidad de que nuestro universo sea sólo uno entre un número infinito de universos paralelos. Analizando las ecuaciones de Einstein, los cosmólogos han demostrado que podría existir una madeja de agujeros de gusano, o tubos, que conectaran estos universos paralelos. En cada universo, el espacio y tiempo tienen significado sólo en su superficie. Un hipotético viaje en el hiperespacio podría salvar la vida de la muerte del universo. Los científicos creen que el universo debe morir, y con él toda la vida que ha evolucionado a lo largo de miles de millones de años. Según la teoría más aceptada, denominada el big bang, una explosión cósmica que tuvo lugar hace entre 15 y 20.000 millones de años puso al universo en expansión, alejando de nosotros a las estrellas y galaxias a grandes velocidades. Sin embargo, si un día el universo dejara de expandirse y empezara a contraerse, colapsaría finalmente en un tremendo cataclismo llamado el big crunch, en el que toda la vida inteligente sería vaporizada por el fantástico calor. De todas formas, algunos físicos han conjeturado que la teoría del hiperespacio puede proporcionar la única esperanza de un refugio para la vida inteligente. En los segundos finales de la muerte de nuestro universo, la vida podría escapar al colapso volando al hiperespacio.

Cuando Isaac Newton enunció las leyes clásicas de la gravedad, desarrolló la teoría de la mecánica. Esto aceleró enormemente la Revolución industrial. A mediados de la década de los sesenta del siglo XIX, cuando el físico escocés James Clerk Maxwell formuló las leyes fundamentales de la fuerza electromagnética, nos introdujo en la Era Eléctrica, que nos dio, entre otros avances tecnológicos, la radio, la televisión, el radar, el teléfono, o el ordenador. Sin la fuerza electromagnética, la civilización se habría estancado. A mediados de la década de los cuarenta del siglo XX, cuando fue dominada la fuerza nuclear, el mundo fue testigo del desarrollo de las bombas atómica y de hidrógeno, las armas más destructivas del planeta. Puesto que todavía no tenemos una comprensión unificada de todas las fuerzas cósmicas que gobiernan el universo, cabría esperar que cualquier civilización que domine la teoría del hiperespacio se convertirá en dueña del universo. Pero la energía necesaria para doblar el espacio y el tiempo o para crear agujeros de gusano excede con mucho cualquier cosa que pueda existir en nuestro planeta. De hecho, la energía necesaria sería  de unos mil billones de veces mayor que la energía de nuestros mayores colisionadores de átomos.






En el libro Beyond Einstein: The Cosmic Quest for the Theory of the Universe, Michio Kaku investigó la teoría de supercuerdas,  la naturaleza de las partículas subatómicas y el universo visible, indicando que todas las complejidades de la materia podrían explicarse mediante minúsculas cuerdas vibrantes. La búsqueda de la naturaleza definitiva de la materia, comenzada por los griegos hace dos milenios, ha sido una búsqueda larga y tortuosa. El paso decisivo será la derrota de las teorías de las tres o cuatro dimensiones y la victoria de la teoría del hiperespacio. Según Albert Einstein: “Pero el principio creador reside en las matemáticas. Por ello mantengo que, en cierto sentido, es cierto que el pensamiento puro puede atrapar la realidad, como soñaron los antiguos“. Asimismo, Albert Einstein también dijo: “Quiero saber cómo creó Dios este mundo. No estoy interesado en tal o cual fenómeno. Quiero conocer Sus pensamientos; lo demás son detalles“. Probablemente nosotros somos como los peces nadando tranquilamente en un estanque. Pasamos nuestras vidas en nuestro propio «estanque», confiados en que nuestro universo consiste sólo en aquellas cosas que podemos ver o tocar. Como para los peces, nuestro universo consiste sólo en lo visible.

Nos negamos a admitir que puedan existir universos o dimensiones paralelas cerca de nosotros, apenas más allá de nuestro alcance. Si los científicos inventan conceptos como fuerzas, es sólo porque no pueden visualizar las vibraciones invisibles que llenan el espacio vacío que nos rodea. Tal vez los barcos y aviones que viajaban por el Triángulo de las Bermudas y desaparecían misteriosamente, lo hacían en un agujero del espacio. Las investigaciones de Einstein convertían en posible una sustancia nueva llamada antimateria, que actuaría como la materia ordinaria, pero que se aniquilaría al entrar en contacto con la materia. Pero uno de los grandes debates del siglo XIX había versado sobre el modo en que viaja la luz a través del vacío. Los experimentos mostraban que la luz es una onda. Pero si la luz era una onda, entonces las ondas sonoras requieren aire, así como las ondas de agua requieren agua. Pero, puesto que no hay nada que aparentemente ondule en el vacío, se presenta una paradoja. Por esta razón los físicos idearon una sustancia llamada éter, que llenaba el vacío y actuaba como un medio para la luz. Sin embargo, los experimentos demostraron que el «éter» aparentemente no existe. Pero existe una teoría alternativa, que sería  la teoría de Kaluza-Klein. Pero se consideró que esta teoría solo era una especulación.






Esta teoría alternativa daba una explicación más sencilla de la luz. Indicaba que era realmente una vibración de la quinta dimensión. Si la luz podía viajar a través del vacío era porque el propio vacío estaba vibrando, debido a que el «vacío» realmente existía en cuatro dimensiones de espacio y una de tiempo. Añadiendo la quinta dimensión, la fuerza de la gravedad y la luz podían unificarse de una forma sorprendentemente simple. La teoría de Kaluza-Klein es una generalización de la teoría de la relatividad general. Fue propuesta por Theodor Kaluza (1919), y refinada por Klein (1926), y trata de unificar la gravitación y el electromagnetismo, usando un modelo geométrico en un espacio-tiempo de cinco dimensiones. Theodor Kaluza publicó por primera vez en 1921, aunque sus trabajos se remontan a 1919 cuando comunicó algunos de sus resultados a Albert Einstein. En esencia la teoría usa las ecuaciones de campo de Einstein planteadas en un espacio-tiempo de cinco dimensiones. Estas ecuaciones, bajo hipótesis adicionales, resultan dar por un lado las ecuaciones de Einstein convencionales para el campo gravitatorio y de otro lado las ecuaciones de Maxwell del campo electromagnético. Además aparece un campo escalar extra. En 1926 Oskar Klein combinó las ideas de Kaluza con algunas ideas de la mecánica cuántica y pudo dar una estimación cuantitativa tanto de la cuantización de la carga como de la pequeñez e inobservabilidad práctica de la dimensión adicional.

Modernamente, sobre la idea original de Kaluza y Klein se han construido generalizaciones de la teoría de la relatividad sobre espacio-tiempos de más de cinco dimensiones. A estas teorías, también se las llama usualmente teorías de Kaluza-Klein, aunque difieren en muchos aspectos de la propuesta original. La teoría general de la relatividad (1915) había logrado un considerable éxito al lograr dar una interpretación geométrica del campo gravitatorio. El propio Newton se había contentado con describir cuantitativamente la gravedad, renunciado a intentar explicar de un modo más fundamental: Según Isaac Newton: “Es inconcebible que una materia bruta inanimada, sin la mediación de algo más, que no es material, afecte a otra materia y actúe sobre ella sin que exista contacto mutuo. Que la gravedad sea innata, inherente y esencial para la materia, de tal modo que un cuerpo pueda actuar sobre otro a distancia a través del vacío sin la mediación de ninguna otra cosa por la cual y a través de la cual pueda transmitir la acción y la fuerza de estos cuerpos, del uno al otro, es para mí algo tan absurdo que creo que no puede acostumbrarse a ello ningún ser humano. Debe existir un agente que cause la gravedad actuando constantemente de acuerdo con ciertas leyes; pero dejo a la consideración de mis lectores el hecho de si este agente ha de ser material o inmaterial“.






La nueva teoría de Einstein daba una explicación concreta de qué es la gravedad y como se propaga a través del vacío, explicándola como un efecto geométrico del espacio-tiempo curvo. La vieja teoría de Kaluza-Klein presentaba, no obstante, muchos problemas técnicos difíciles. Todo esto, sin embargo, ha cambiado últimamente. Versiones más avanzadas de la teoría, como la teoría de la supergravedad y especialmente la teoría de supercuerdas, han eliminado las inconsistencias. De forma bastante súbita, la teoría de dimensiones más altas está siendo ahora defendida en los centros de investigación de todo el mundo. Muchos físicos destacados creen ahora que podrían existir dimensiones más allá de las cuatro habituales de espacio y tiempo. En realidad, muchos físicos teóricos creen ahora que dimensiones más altas pueden ser el paso decisivo para crear una teoría global que unifique las leyes de la naturaleza: una teoría del hiperespacio. El hiperespacio puede ser la clave para desvelar los secretos más profundos de la naturaleza y de la propia Creación.

Pero, por desgracia, aún estamos lejos de verificar experimentalmente que nuestro universo existe en dimensiones más altas. Sin embargo, esta teoría ha llegado ahora a establecerse como una rama de la física teórica moderna. El Instituto para Estudio Avanzado en Princeton, donde Einstein pasó las últimas décadas de su vida, es ahora uno de los centros activos de investigación sobre espacio-tiempo multidimensional. Steven Weinberg, que ganó el premio Nobel de Física en 1979, resumió esta revolución conceptual cuando comentó recientemente que la física teórica se está haciendo cada vez más parecida a la ciencia ficción. Estas ideas revolucionarias resultan extrañas porque damos por supuesto que nuestro mundo cotidiano tiene tres dimensiones. Einstein extendió este concepto para incluir el tiempo como una cuarta dimensión. Para especificar un suceso también necesitamos describir su cuarta dimensión, el tiempo en el que el suceso tiene lugar. Actualmente, el interés científico se centra en la quinta dimensión, que sería una dimensión espacial más, además del tiempo, que seguimos representando como la cuarta dimensión, y las otras tres dimensiones del espacio.






¿Cómo vemos nosotros esta quinta dimensión? El problema está en que los espacios multidimensionales son imposibles de visualizar; así que es inútil intentarlo. El físico alemán Hermann von Helmholtz comparaba la incapacidad para «ver» la cuarta dimensión (o quinta dimensión) con la incapacidad de un ciego para concebir el concepto de color. Incluso los matemáticos y los físicos teóricos que han trabajado durante años con espacios de más dimensiones admiten que no pueden visualizarlos. Pero mientras que los matemáticos, los físicos y los ordenadores no tienen problemas para resolver ecuaciones en un espacio multidimensional, los seres humanos corrientes encontramos imposible visualizar universos más allá de nuestro espacio tridimensional. El filósofo griego Platón decía que somos como moradores de una caverna condenados a ver tan sólo las sombras oscuras de la rica vida que existe fuera de nuestras cavernas. En realidad no podemos visualizar dimensiones más altas debido a nuestra evolución. Nuestros cerebros han evolucionado para solventar multitud de emergencias en tres dimensiones. De forma instantánea, sin pararnos a pensar, podemos reconocer y reaccionar frente a un peligro. Pero no hubo presión sobre los seres humanos para dominar el movimiento en cuatro dimensiones espaciales. Ser capaz de ver la cuarta dimensión espacial (la quinta dimensión) no ayudaba a nadie para enfrentarse a un peligro.

Tomando conceptos de la Física, vemos que una de las versiones científicas que recurren a los universos paralelos es la interpretación de los universos múltiples (IMM) de Hugh Everett, físico norteamericano que propuso por primera vez la teoría de los universos paralelos en la física cuántica. Desde un punto de vista lógico la teoría de Everett elimina muchos de los problemas asociados a otras interpretaciones más convencionales de la mecánica cuántica. Sin embargo, en el estado actual de conocimiento no hay una base empírica sólida a favor de esta interpretación. Si bien la mecánica cuántica ha sido la teoría física más precisa hasta el momento, permitiendo hacer cálculos teóricos relacionados con procesos naturales y proporcionado una gran cantidad de aplicaciones prácticas, tales como relojes de altísima precisión, existen algunos conceptos difíciles de interpretar. Richard Feynman, premio Nobel de Física, llegó a decir al respecto: “creo que nadie entiende verdaderamente la mecánica cuántica“.






Esto plantea un problema serio. Si las personas y los científicos u observadores son también objetos físicos como cualquier otro, debería haber alguna forma determinista de predecir cómo, tras juntar el sistema en estudio con el aparato de medida, finalmente llegamos a un resultado determinista. Diferentes físicos han teorizado sobre distintas soluciones a este problema. La propuesta de Everett es que cada medida desdobla de alguna manera nuestro universo en una serie de posibilidades. O bien tal vez ya existían los universos paralelos mutuamente inobservables y en cada uno de ellos se da una realización diferente de los posibles resultados de la medición. La idea y el formalismo de Everett son perfectamente lógicos y coherentes, aunque algunos puntos sobre cómo interpretar ciertos aspectos, en particular cómo se logra que esos universos no sean observables y se coordinen entre sí para que en cada uno suceda algo diferente, siguen siendo muy confusos. Pero, por lo demás, es una explicación posible.

Stephen Hawking afirma que «El nombre ‘Mundos Múltiples’ es inadecuado, pero la teoría, en esencia, es correcta». Se ha apuntado que algunas soluciones de la ecuación del campo de Einstein pueden dar lugar a universos espejos del nuestro. La solución completa describe dos universos asintóticamente planos unidos por una zona de agujero negro. Dos viajeros de dos universos espejos, podrían encontrarse, pero sólo en el interior del horizonte de sucesos, por lo que nunca podrían salir de allí. Una posibilidad igualmente interesante es la solución de agujero negro de Kerr. A diferencia de la solución completa de Schwarzchild, la solución de este problema da como posibilidad la comunicación de los dos universos sin tener que pasar por los correspondientes horizontes de sucesos través de una misteriosa zona llamada ergosfera, región exterior y cercana al horizonte de eventos de un agujero negro en rotación. En esta región el campo de gravedad del agujero negro rota junto con él, arrastrando al espacio-tiempo.






Tradicionalmente, los científicos han tenido una mala opinión de cualquiera que planteara la cuestión del viaje en el tiempo. Pero, teóricamente, los agujeros de gusano pueden conectar no sólo dos puntos distantes en el espacio, sino también el futuro con el pasado. En 1988, el físico Kip Thorne, del Instituto Tecnológico de California, y sus colaboradores hicieron la sorprendente afirmación de que el viaje en el tiempo no sólo es posible, sino probable bajo ciertas condiciones. Publicaron su afirmación en la prestigiosa Physical Review Letters. Esto señaló la primera vez que físicos reputados hacían una propuesta científica acerca de la posibilidad de cambiar el curso del propio tiempo. Su anuncio estaba basado en la observación de que un agujero de gusano conecta dos regiones que existen en diferentes periodos de tiempo. Así pues, el agujero de gusano puede conectar el presente con el pasado. Puesto que el viaje a través del agujero de gusano es casi instantáneo, uno podría utilizar el agujero de gusano para ir hacia atrás en el tiempo.

Sin embargo, a diferencia de la máquina descrita en La máquina del tiempo, de H. G. Wells, que podía llevar al protagonista a cientos de miles de años en el futuro lejano de Inglaterra con el simple giro de un mando, un agujero de gusano puede requerir grandes cantidades de energía para su creación, más allá de lo que sea técnicamente posible en los siglos venideros. Otra extraña consecuencia de la física de los agujeros de gusano es la creación de «minúsculos universos» en el laboratorio. Alan Guth, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que ha hecho muchas contribuciones importantes a la cosmología, conmocionó hace algunos años a muchos físicos cuando afirmó que la física de los agujeros de gusano puede hacer posible el crear nuestro propio universo en el laboratorio. Concentrando grandes cantidades de calor y energía en una cámara, puede abrirse eventualmente un agujero negro, sirviendo como un cordón umbilical que conecta nuestro universo con otro universo mucho más pequeño.






Durante los últimos siglos, visionarios y filósofos han especulado sobre la existencia de otros universos y de túneles entre ellos. Han estado mucho tiempo fascinados por la posible existencia de otros mundos, indetectables, pero que coexisten con nuestro universo. Se han sentido intrigados por la posibilidad de que estos mundos inexplorados puedan estar sorprendentemente próximos, tal vez rodeándonos e impregnándonos dondequiera que nos movemos, pero justo fuera del alcance de nuestra captación física y eludiendo nuestros sentidos.