Literatura del Hiperespacio

Las puertas entre nuestro universo y otras dimensiones son también un tema literario favorito. Los escritores de ciencia ficción encuentran en las dimensiones más altas una herramienta indispensable para viajes interestelares.


Debido a las distancias astronómicas que separan a las estrellas en el cielo, los escritores de ciencia ficción utilizan las dimensiones más altas como un astuto atajo entre las estrellas. En lugar de tomar la ruta larga y directa hacia otras galaxias, los cohetes simplemente atraviesan el hiperespacio distorsionando el espacio que les rodea. Por ejemplo, en la película La guerra de las galaxias, el hiperespacio es un refugio donde Luke Skywalker puede ponerse a salvo de las naves espaciales del Imperio. En la serie de televisión «Star Trek: Deep Space Nine», un agujero de gusano se abre cerca de una remota estación espacial, haciendo posible cubrir en segundos distancias enormes a lo largo de la galaxia. La estación espacial se convierte repentinamente en el centro de una intensa rivalidad intergaláctica acerca de quién debería controlar semejante vínculo vital con otras regiones de la galaxia. Ya desde que el Vuelo 19, un grupo de bombarderos militares de los Estados Unidos, desapareció hace treinta años en el Caribe, los escritores de misterio han utilizado también las dimensiones más altas como una conveniente solución al enigma del Triángulo de las Bermudas, o Triángulo Infernal.






Algunos han conjeturado que los aviones y barcos que desaparecieron en el Triángulo de las Bermudas entraron en realidad en algún tipo de corredor hacia otro mundo. La desaparición reciente, sin dejar rastro, del avión de Malaysia Airlines que volaba entre Kuala Lumpur y Beijing con 239 personas a bordo, ha desatado toda una serie de especulaciones, incluida  la de una posible abducción por parte de una nave alienígena o la de un misterioso túnel espacio-temporal. Y es que el Boeing no envió ninguna señal de alarma tras su despegue, y las condiciones meteorológicas eran buenas para el vuelo. ¿Entró en algún tipo de corredor hacia otro mundo? La existencia de estos supuestos mundos paralelos también ha producido interminables especulaciones religiosas a lo largo de los siglos. Los espiritualistas se han preguntado si las almas de los seres queridos que partieron fueron a otras dimensiones. El filósofo británico del siglo XVII Henry More argumentaba que los fantasmas y los espíritus existían realmente y afirmó que habitaban en la cuarta dimensión. En el Enchiridion Metaphysicum (1671), argumentó a favor de la existencia de otro reino más allá de nuestros sentidos tangibles que servía de hogar a fantasmas y espíritus. Los teólogos del siglo XIX, confusos en localizar el cielo y el infierno, discutieron si podrían encontrarse en una dimensión más alta. Algunos escribieron sobre un universo que constaba de tres planos paralelos: la tierra, el cielo y el infierno. El propio Dios, según el teólogo Arthur Willink, encontró su hogar en un mundo muy alejado de estos tres planos; vivía en un espacio de dimensión infinita.

El interés en las dimensiones más altas alcanzó su culminación entre 1870 y 1920, cuando la «cuarta dimensión», una dimensión espacial, diferente de la que conocemos como la cuarta dimensión del tiempo, atrapó la imaginación del público y poco a poco fecundó todas las ramas de las artes y las ciencias, convirtiéndose en un símbolo de lo extraño y misterioso. La cuarta dimensión apareció en las obras literarias de Oscar Wilde, Fedor Dostoievski, Marcel Proust, H. G. Wells y Joseph Conrad. También inspiró algunas de las obras musicales de Alexander Scriabin, Edgard Varèse y George Antheil. Fascinó a personalidades tan diversas como el psicólogo William James, la figura literaria Gertrude Stein, y al socialista revolucionario Vladimir Lenin. La cuarta dimensión inspiró también las obras de Pablo Picasso y Marcel Duchamp e influyó fuertemente en el desarrollo del cubismo y del expresionismo, dos de los movimientos artísticos más influyentes del siglo XX. Según Pablo Picasso: «Cuando hacíamos cubismo, no teníamos ninguna intención de hacer cubismo, sino únicamente de expresar lo que teníamos dentro».
El cubismo fue un movimiento artístico desarrollado entre 1907 y 1914, nacido en Francia y encabezado por Pablo Picasso, Georges Braque y Juan Gris.






Es una tendencia esencial, pues da pie al resto de las vanguardias europeas del siglo XX. No se trata de un ismo más, sino de la ruptura definitiva con la pintura tradicional. El término cubismo fue acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles, el mismo que había bautizado a los fauvistas motejándolos de fauves (fieras); en el caso de Braque y sus pinturas de L’Estaque, Vauxcelles dijo, despectivamente, que era una pintura compuesta por «pequeños cubos». Se originó así el concepto de «cubismo». El cubismo literario es otra rama, la cual se expresa con poesías cuya estructura forma figuras o imágenes que ejemplifican el tema, estas no están con métricas, ni versos.  El cubismo es considerado la primera vanguardia, ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva. En los cuadros cubistas, desaparece la perspectiva tradicional. Trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, fragmentando líneas y superficies. Se adopta así la llamada «perspectiva múltiple»: Se representan todas las partes de un objeto en un mismo plano. La representación del mundo pasaba a no tener ningún compromiso con la apariencia de las cosas desde un punto de vista determinado, sino con lo que se sabe de ellas. Por eso aparecían al mismo tiempo y en el mismo plano vistas diversas del objeto. Por ejemplo, se representa de frente y de perfil un rostro humano. La nariz está de perfil y el ojo de frente. Una botella aparece en su corte vertical y su corte horizontal. Ya no existe un punto de vista único.

El matemático Charles L. Dodgson, que enseñó en la Universidad de Oxford, deleitó a generaciones de escolares escribiendo libros, con el pseudónimo de Lewis Carroll, que incorporaban extrañas ideas matemáticas. Cuando Alicia cae en una madriguera o atraviesa el espejo, ella entra en el País de las Maravillas, un extraño lugar donde el gato de Cheshire desaparece, dejando sólo su sonrisa, setas mágicas convierten niños en gigantes, y el Sombrerero Loco celebra su «no cumpleaños». El espejo conecta de algún modo el mundo de Alicia con una tierra extraña donde todos hablan en retruécanos y el sentido común no es tan común. Parte de la inspiración para las ideas de Lewis Carroll procede con gran probabilidad del gran matemático alemán del siglo XIX Georg Bernhard Riemann, quien fue el primero en establecer el fundamento matemático de las geometrías en un espacio multidimensional. Riemann cambió el curso de las matemáticas del siglo siguiente demostrando que estos universos, por extraños que puedan parecer, son completamente consistentes y obedecen a su propia lógica interna. Nuestro universo no estaría solo, sino que sería uno entre muchos posibles mundos paralelos. Seres inteligentes podrían habitar algunos de estos planos, completamente ignorantes de la existencia de los otros.






Normalmente, la vida transcurre en cada uno de estos planos paralelos independientemente de los otros. En raras ocasiones, sin embargo, los planos pueden intersectarse y, durante un breve instante, rasgar el tejido del propio espacio, abriendo un agujero, o puerta, entre estos dos universos. Como el agujero de gusano que aparece en «Star Trek: Deep Space Nine», estas puertas hacen posible el viaje entre estos mundos, como un puente cósmico que une dos universos diferentes o dos puntos en el mismo universo. No es sorprendente que Carroll encontrara a los niños mucho más abiertos a estas posibilidades que los adultos, cuyos prejuicios sobre el espacio y la lógica se hacen más rígidos con el paso del tiempo. De hecho, la teoría de Riemann de dimensiones más altas, tal como la interpretó Lewis Carroll, se ha convertido en parte permanente de la literatura infantil, dando nacimiento a otros clásicos infantiles a lo largo de décadas, tales como la Tierra de Oz de Dorothy y la Tierra de Nunca Jamás de Peter Pan. Los agujeros de gusano pueden conectar un universo consigo mismo, proporcionando quizá un medio de viaje interestelar. Puesto que los agujeros de gusano pueden conectar dos épocas diferentes, pueden también proporcionar un medio para viajar en el tiempo.

Los agujeros de gusano también pueden conectar una serie infinita de universos paralelos. Cabe la esperanza de que la teoría del hiperespacio sea capaz de determinar si los agujeros de gusano son físicamente posibles o simplemente una curiosidad matemática. No obstante, sin ninguna confirmación experimental, estas teorías de mundos paralelos languidecían como una rama de la ciencia. Durante dos milenios, los científicos han retomado ocasionalmente la noción de dimensiones más altas, sólo para descartarla como una idea inverificable. Aunque la teoría de Riemann de geometrías superiores era matemáticamente intrigante, fue despachada como inteligente pero inútil. Los científicos dispuestos a arriesgar su reputación hablando de dimensiones más altas pronto se vieron ridiculizados por la comunidad científica. El espacio multidimensional se convirtió en el último refugio para visionarios.






Los límites de la física, se puede plantear en términos generales, llegan hasta los límites de la metafísica, pero en términos de universalidad diremos que las fronteras de la filosofía son muy difusas. A pesar de la tremenda complejidad que presenta el estudio teórico de los universos paralelos, el multiverso y los universos multidimensionales, desde la perspectiva de la física moderna, ahora comprendemos que el principio físico que faltaba es que el hiperespacio simplifica las leyes de la naturaleza, proporcionando la posibilidad de unificar todas sus fuerzas mediante argumentos puramente geométricos. El principio matemático que faltaba se denomina teoría de campos, que es el lenguaje matemático universal de la física teórica. Dicho lo cual, si antaño resultaba difícil unificar las leyes fundamentales de un universo que parecía simple, paradójicamente en la actualidad, un sólo elemento unificador como es el hiperespacio puede dar todas las respuestas a la multiplicidad de universos.