Nueva Física de Partículas

Supersimetria y Multiverso


SUPERSIMETRIA

La simetría abunda en la naturaleza. Sostenga una perla entre los dedos y gírela en un sentido u otro, dele vueltas alrededor de cualquier eje. La perfecta esfera nacarada tallada en el océano por alguna ostra permanece inalterable ante los movimientos, parece exactamente igual la miremos por donde la miremos. Observe un abeto y trate, rodeándolo, de encontrar una vista diferencial. Nunca lo logrará. Si lo divide en dos mitades con un eje vertical, comprobará que son imágenes especulares. O tome un copo de nieve recién formado y mírelo al microscopio. Gírelo de forma que cada punta ocupe el lugar de la anterior. Le costará percibir que movió el cristal de hielo. La estructura parece inmutable. El físico de la Universidad de Columbia y genial divulgador Brian Greene utiliza en su obra El tejido del Cosmos (Ed. Crítica) ejemplos como estos para insinuar que Richard Feynman -Premio Nobel en 1965 y uno de los físicos más importantes del siglo XX- estaba equivocado.

Feynman aseguró en cierta ocasión que si tuviera que resumir en una frase el descubrimiento más importante de la ciencia moderna elegiría la siguiente: «El mundo está hecho de átomos». Para Greene, y para muchos otros de sus colegas, esta otra condensa mejor aún lo más profundo del conocimiento científico y casi filosófico de la naturaleza: «La simetría subyace a las leyes del Universo».






La Física de vanguardia parece preferir el enunciado de Greene que el de Feynman. La simetría podría estar detrás de la mayoría de los fenómenos que no podemos explicar con la física actual.

El próximo mes de enero, el gran acelerador de partículas LHC de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) se volverá a poner en funcionamiento, pero esta vez con casi el doble de energía que la que permitió descubrir el bosón de Higgs. Y uno de los principales objetivos de los investigadores de esta institución, que celebra su 60 aniversario, es precisamente rastrear cualquier evidencia que permita probar una bonita teoría que lleva más de 40 años ofreciendo una solución a los mayores problemas de la Física actual. Es la Supersimetría, SUSY, según el apodo que usan los propios físicos.






Cónclave de Físicos en Valencia

La comunidad científica mundial de este campo se ha reunido en Valencia para celebrar el bienal Congreso Internacional de Física de Altas Energías de 2014 (ICHEP, por sus siglas en inglés). En este escenario, que por primera vez en 37 ediciones se ha celebrado en España, se presentó hace ahora dos años (2012) en Melbourne (Australia) el hallazgo del bosón de Higgs. Pero ahora los mayores expertos del mundo se enfrentan a un reto mayor si cabe: vislumbrar qué hay más allá de la física que conocemos. «Subir la energía del LHC de 8 TeV a 13 TeV quiere decir que estamos abriendo una ventana a lo desconocido. Así que puede ser que la Supersimetría esté a la vuelta de la esquina... o cualquier otra teoría que extienda el Modelo Estándar», asegura el director del CERN, Rolf Heuer, a "El Mundo" durante una reciente visita a Madrid previa a su asistencia a ICHEP. «Quizá encontremos algo completamente nuevo que no está aún en los lápices de los físicos teóricos. Y eso también sería genial. Tenemos que ser abiertos de mente y tener los ojos muy abiertos», dice Heuer.

El hallazgo del bosón de Higgs cerró de alguna forma la teoría por la cual funciona la ciencia moderna. Era la última pieza del puzzle que de forma prosaica se ha llamado el Modelo Estándar, una fantástica y exitosa teoría de la física subatómica que combina la mecánica cuántica con la Teoría de la Relatividad Especial de Einstein y describe las partículas fundamentales y las fuerzas que operan a esa escala de lo que es más pequeño que un átomo. La materia está hecha de una serie de partículas que actúan como ladrillos, llamadas fermiones -en honor a Enrico Fermi-, que se mantienen unidas por fuerzas relacionadas con otro tipo de partículas llamadas bosones -por Satyendra Bose- y que actúan como el cemento de la materia.






El Modelo Estándar describe de forma excelente lo que sucede en el mundo subatómico. Pero queda en evidencia cuando se le pregunta por qué tiene las características que tiene. «Es fantástico para describir lo que sabemos hasta ahora. De hecho, es un poco frustrante que no aparezca una verdadera vía de agua en el Modelo Estándar», explica Heuer. «Porque no explica muchas muchas cosas, como por qué sólo tenemos tres familias de partículas fundamentales, qué son la materia y la energía oscuras o cómo se combinan las fuerzas a altas energías», asegura.

«El modelo estándar tiene lo que la mayoría de los físicos de partículas llaman la fealdad de tener muchos parámetros indeterminados, más de 20», dice Alan Guth, investigador del MIT y padre de la Teoría de la Inflación del Universo, tras su conferencia magistral en ICHEP. «Por eso los expertos creen que debe haber algo más profundo, algo allá del modelo estándar y que éste debe ser una aproximación a un modelo más simple y más elegante. Y ese es el objetivo, encontrar ese modelo. Una de las posibilidades es la Supersimetría», opina Guth.

De hecho, el hallazgo del bosón de Higgs se publicó con una certeza de cinco sigmas, es decir, del 99,9%. La noticia para muchos es que hay un 0,1% de posibilidades de que lo que encontró el LHC en Ginebra no sea el bosón de Higgs del Modelo Estándar. Y eso podría querer decir que ya tenemos entre las manos la primera prueba de una teoría más allá de la física que conocemos.






En busca de la 'belleza real'

Como dice el físico del MIT, desde cierto punto de vista el Modelo Estándar sólo puede ser una aproximación de baja energía a una teoría más amplia que contemple altas energías. Sería comparable a la relación entre la física de Newton y la Einstein. Cuando circulamos con un coche por la ciudad no necesitamos a Einstein. A no ser que utilicemos un GPS -que precisa que haya satélites orbitando la Tierra para poder llevarnos a nuestro destino-, sólo necesitamos las ecuaciones de Newton. En cambio, para viajar a alta velocidad, sí necesitamos la relatividad de Einstein. Newton es la aproximación de baja velocidad a Einstein, de la misma forma que el Modelo Estándar debe ser la aproximación de baja energía a una teoría mayor. Y todo indica que debe ser la Supersimetría, porque es la teoría más bonita. A los físicos no les cuesta dejarse llevar por indeterminaciones como la belleza o la elegancia...

«Nosotros nos interesamos por un tipo muy especial de belleza. una que no tiene nada que ver con algo muy decorado o sensual. Buscamos la belleza real, visiones muy particulares sobre la simetría, que es un tipo de perfección, una muy especial...», confiesa el Premio Nobel de Física Frank Wilczek a este diario, tras la deliberación de los Premios Jaime I de Valencia y sin separarse ni un momento de su sombrero de paja. La inmensa mayoría de los físicos de partículas se decantan, aunque sea tímidamente, por SUSY. «Creo que debe haber algo más allá del Modelo Estándar -dice Heuer-. Y a muchos de nosotros nos gusta la Supersimetría, es preciosa e incluso los físicos experimentales lo pueden comprender», dice medio en broma el director del CERN.






El concepto de Supersimetría tiene mucho en común con el de antimateria. Hace 80 años, científicos como Paul Dirac o Carl Anderson estaban preocupados acerca de la materia. Para describir su comportamiento, los físicos teóricos desarrollaron una ecuación que tenía dos soluciones: una era la materia normal, la que conocemos, y la otra era completamente desconocida. Ya en aquel entonces, ellos y algunos colegas fueron lo suficientemente valientes como para llamarla antimateria -aunque Dirac nunca utilizó ese término-. Y así nació la antimateria. Ambas van siempre juntas, se crean juntas, se aniquilan y vuelven a ser energía.

De algún modo, la supersimetría es muy similar. En esta teoría, propuesta por primera vez en 1973 por Julius Wess y Bruno Zumino y revisado de manera certera por Howard Georgi y Savas Dimopoulos -de Harvard y Stanford respectivamente y pioneros en las teorías más allá del Modelo Estándar-, por cada tipo de partícula conocido debería haber un tipo asociado que tiene las mismas propiedades en relación con las fuerzas eléctricas y nucleares. De esta forma, por cada fermión -ya sea quark o lepton- habría un supercompañero, que llamamos s-quark o s-lepton, y por cada bosón tendríamos otro reflejado en el espejo de la Supersimetría a los que nos referimos añadiéndoles el sufijo -ino. De forma que el fotón tendría su fotino en el mundo supersimétrico, el gluón su gluino y así sucesivamente.

Pero no tendrían exactamente las mismas propiedades. Los físicos teóricos suponen que estas partículas han evitado hasta ahora la detección porque tienen más masa que sus contrapartidas conocidas, y por ello no han podido ser producidas en los aceleradores de partículas actuales. Pero la nueva puesta en marcha del LHC podría tener suficiente energía como para producirlas, por lo que podríamos estar a punto de revelar la cualidad supersimétrica de la naturaleza.






Luz sobre la materia oscura

«Yo espero que sea la supersimetría lo que hay más allá del Modelo Estándar. Y, de hecho, creo que encontraremos las primeras pruebas en la siguiente ronda de experimentos del LHC. Ya he apostado mi dinero a que será en el año 2019. Es el tiempo que se necesita para hacer las estadísticas y entender el hallazgo plenamente», asegura Wilczek.

«¿Sí? ¿Él cree que encontraremos partículas supersimétricas en cinco años? Bueno, los plazos no están muy desencaminados, podría ser...», comenta el director del CERN. «Pero yo no suelo apostar, sólo lo hago cuando estoy seguro de que voy a ganar -dice entre risas-. Pero me gusta el mensaje que él lanza cuando hace esa apuesta. Por un lado, es optimista respecto a que hay algo más. Y, además, nos dice que no seamos impacientes. No pensemos que los resultados tienen que llegar en 2015 ó 2016».

Si se llegase a encontrar esa preciada partícula supermasiva que diese por buena la Supersimetría, existe la posibilidad de que no sólo probase esa teoría. Podría servir también para arrojar algo de luz sobre la materia oscura. «Esta materia desconocida también podría estar formada por partículas con masas mucho mayores que las que conocemos. Así que de la misma forma que la antimateria es utilizada hoy en día en un hospital, por ejemplo, las partículas supersimétricas pueden desvelar un mundo escondido que puede aclarar los componentes de la materia oscura», asegura Heuer. «Si encontramos partículas muy masivas puede que sean de materia oscura, pero tendremos que medir las propiedades de esa partícula para ver si encaja con las predicciones de la cosmología y la astrofísica para la materia oscura», añade Alan Guth.

La Supersimetría, tal y como la han concebido los físicos teóricos, serviría para explicar cómo el Universo se desarrolló realmente en las primerísimas etapas de su formación. «Todo lo que vemos en el Cosmos hoy proviene de esos momentos primordiales. Y la supersimetría, en ese tiempo, pudo dar lugar a la materia oscura, que representa un 25% del Universo, mientras que la materia normal, la que podemos ver, supone alrededor de un 5%», dice Heuer. «Ese 25% de la materia debió dar forma al Cosmos de una forma mucho más representativa que el 5% de la que conocemos. Así que si eres curioso y te haces preguntas sobre las estrellas o sobre qué hay más allá de ellas, entonces necesitas la Supersimetría».



AMPLIAR IMAGEN - HIPOTETICO CICLO PRE Y POST BIG BANG




MULTIVERSO

Multiverso de Nivel I

Una predicción genérica de la inflación cósmica es un universo ergódico infinito, el cual, por su infinitud, debe contener volúmenes de Hubble que contemplen todas las condiciones iniciales.
Un universo infinito debería englobar un número infinito de volúmenes de Hubble, todos ellos con leyes y constantes físicas iguales a las nuestras. Sin embargo, casi todos ellos serán diferentes de nuestro volumen de Hubble en cuanto a configuraciones tales como la distribución de la materia en el volumen. Según las teorías actuales, algunos procesos ocurridos tras el Big Bang repartieron la materia con cierto grado de aleatoriedad, dando lugar a todas las distintas configuraciones cuya probabilidad es distinta de cero.

Nuestro universo, con una distribución casi uniforme de materia y fluctuaciones iniciales de densidad de 1/100.000, podría ser un representante típico —al menos entre los que contienen observadores.
Siendo infinito el número de tales volúmenes, algunos de ellos son muy similares e incluso iguales al nuestro. Así, más allá de nuestro horizonte cosmológico, existirá un volumen de Hubble idéntico al nuestro. Tegmark estima que un volumen exactamente igual al nuestro estaría situado aproximadamente a una distancia de 10(10115) m —un número más grande que un gúgolplex.






Multiverso de Nivel II

En la teoría de la inflación caótica eterna, una variante de la teoría de inflación cósmica, el multiverso en conjunto se estira y continuará haciéndolo para siempre; sin embargo, algunas regiones del espacio dejan de dilatarse, formándose burbujas diferenciadas, semejantes a las bolsas de gas que se forman en un pan que se está cociendo. Tales burbujas son universos embrionarios de Nivel I de tamaño infinito llenos de materia depositada por la energía del campo que provocó la inflación; Linde y Vanchurin han calculado que el número total de éstas puede ser de 10(1010.000.000)

 La distancia que nos separa de la burbuja más cercana es «infinita», en el sentido de que no se puede llegar a ella ni aún viajando a la velocidad de la luz; el espacio existente entre nuestra burbuja y las burbujas circundantes se expande más deprisa de lo que se puede viajar a través él.
Sin embargo, se ha propuesto que universos adyacentes al nuestro podrían dejar una huella observable en la radiación de fondo de microondas, lo cual abriría la posibilidad de probar experimentalmente esta teoría.

A diferencia del multiverso de Nivel I, en el multiverso de Nivel II las distintas burbujas (universos) varían no sólo en sus condiciones iniciales sino en aspectos tan relevantes como las dimensiones del espacio-tiempo, las cualidades de las partículas elementales y los valores que toman las constantes físicas. Las diversas burbujas pueden experimentar diferentes rupturas espontáneas de la simetría, lo que se traduce en universos de propiedades dispares.

En este sentido, cabe señalar que la teoría de cuerdas sugiere que en nuestro universo alguna vez coexistieron nueve dimensiones espaciales semejantes; sin embargo, en un momento dado, tres de ellas participaron en la expansión cósmica, siendo éstas las que reconocemos actualmente. Las otras seis no son observables, bien por su tamaño microscópico, o bien porque toda la materia está confinada en una superficie tridimensional denominada «brana» —véase la teoría M— dentro de un espacio de más dimensiones. Se piensa que la simetría original entre dimensiones se rompió, pudiendo otras burbujas (otros universos) haber experimentado rupturas de simetría distintas.

Otra manera de llegar a un multiverso de Nivel II es a través de un ciclo de nacimiento y muerte de universos. Esta idea, propuesta por Richard Tolman en la década de 1930, implica la existencia de una segunda «brana» tridimensional paralela desplazada a una dimensión superior. En este sentido, no cabe hablar de un universo separado del nuestro, ya que ambos universos interaccionarían entre sí
Este nivel también incluye la teoría del universo oscilante de John Archivald Wheeler así como la teoría de universos fecundos de Lee Smolin.






Multiverso de Nivel III

La teoría de universos múltiples de Hugh Everett (IMM) es una de las varias interpretaciones dominantes en la mecánica cuántica. La mecánica cuántica afirma que ciertas observaciones no pueden ser predichas de forma absoluta; en cambio, hay una variedad de posibles observaciones, cada una de ellas con una probabilidad diferente. Según la IMM, cada una de estas observaciones posibles equivale a un universo diferente; los procesos aleatorios cuánticos provocan la ramificación del universo en múltiples copias, una para cada posible universo.

Esta interpretación concibe un enorme número de universos paralelos; dichos universos se encuentran «en otra parte» distinta del espacio ordinario. No obstante, estos «mundos paralelos» hacen notar su presencia en ciertos experimentos de laboratorio tales como la interferencia de ondas y los de computación cuántica. Supongamos que lanzamos un dado y se obtiene un resultado al azar; la mecánica cuántica determina que salen todos los valores a la vez, pudiéndose decir que todos los valores posibles aparecen en los diferentes universos. Nosotros, al estar situados en uno de estos universos, sólo podemos percibir una fracción de la realidad cuántica completa.

Tegmark sostiene que, para un volumen de Hubble, un multiverso del Nivel III no contiene más posibilidades que un multiverso de Nivel I-II. Todos los mundos diferentes con las mismas constantes físicas creados por ramificaciones en un multiverso de Nivel III pueden ser encontrados en algún volumen de Hubble en un multiverso de Nivel I.

Por otra parte, una consecuencia interesante de un multiverso de Nivel III es como afecta éste a la naturaleza del tiempo. Mientras que tradicionalmente se considera que el tiempo es una manera de describir los cambios, la existencia de mundos paralelos que abarcan todas las posibles configuraciones de la materia, permite redefinir el tiempo como una manera de secuenciar estos diversos universos. Los universos en sí son estáticos, siendo el cambio una mera ilusión.
La interpretación de historias múltiples de Richard Feynman y la interpretación de muchas mentes de H. Dieter Zeh están relacionadas con la idea de «muchos mundos».






Multiverso de Nivel IV

El multiverso de Nivel IV considera que todas las estructuras matemáticas también existen físicamente. Esta hipótesis puede vincularse a una forma radical de platonismo que afirma que las estructuras matemáticas del mundo de las ideas de Platón tienen su correspondencia en el mundo físico. Considerando que nuestro universo es en sí matemático, cabe preguntarse por qué sólo ha de existir una única estructura matemática para describir un universo.

En consecuencia, este nivel postula la existencia de todos los universos que pueden ser definidos por estructuras matemáticas. Residiendo fuera del espacio y del tiempo, la mayoría de ellos se encuentran vacíos de observadores. De esta manera, mientras en los multiversos de Nivel I, Nivel II y Nivel III las condicionales iniciales y constantes físicas varían permaneciendo invariables las leyes fundamentales, en el multiverso de Nivel IV éstas últimas también cambian.

De acuerdo a Tegmark, "las matemáticas abstractas son tan generales que cualquier teoría del todo que pueda ser definida en términos puramente formales, también es una estructura matemática". Argumenta que "cualquier universo imaginable puede ser descrito en el Nivel IV, cerrando la jerarquía de multiversos, por lo que no puede haber un multiverso de Nivel V".






Jerarquía de niveles

Las teorías científicas de los universos paralelos constituyen una jerarquía de cuatro niveles. Conforme aumenta el nivel, los distintos universos difieren más del nuestro. Así, en el multiverso de Nivel I los distintos universos sólo se diferencian en las condiciones iniciales mientras que en el multiverso de Nivel IV incluso las leyes físicas son distintas.

En la próxima década, mediciones más precisas de la radiación de fondo de microondas y de la distribución de la materia a gran escala corroborarán —o no— el multiverso de Nivel I ya que determinarán la topología y curvatura del espacio. A su vez, también indagarán el Nivel II poniendo a prueba la teoría de la inflación caótica eterna. En cuanto a la exploración del multiverso de Nivel III, la posible construcción en el futuro de ordenadores cuánticos puede jugar un papel crucial al respecto. Por último, el éxito o fracaso de la teoría del todo —que agruparía todos los fenómenos físicos conocidos en una sola teoría— permitirá tomar o no partido por el Nivel IV.


Reflexiones sobre la física actual

Lo que el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) descubra o no en su próxima puesta en funcionamiento, probablemente prestará apoyo a una de dos posibilidades: o bien vivimos en un universo demasiado complicado, pero independiente, o vivimos en una burbuja atípica en el multiverso.

En 2013, Nima Arkani-Hamed, un físico teórico de alto perfil en una conferencia, en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton en las inmediaciones de New Jersey, expuso las duales, aparentemente contradictorias implicaciones de los resultados experimentales recientes en el LHC. "El universo es inevitable", declaró. "El universo es imposible".
El espectacular descubrimiento del Bosón de Higgs en Julio de 2012 confirmó una teoría con casi 50 años de antigüedad, de cómo las partículas elementales adquieren masa, lo que les permite formar grandes estructuras como galaxias y seres humanos.
"El hecho que fue visto más o menos donde esperábamos encontrarlo es un triunfo para el experimento, es un triunfo para la teoría, y es una indicación de que la física funciona" dijo Arkani-Hamed a la multitud.
Sin embargo, para que el Bosón de Higgs tenga sentido con la masa (o energía equivalente) se determinó que, el LHC necesita encontrar una multitud de otras partículas, también. Ninguna apareció.
Si no aparecen nuevas partículas y el bosón de Higgs permanece astronómicamente afinado, entonces la hipótesis del multiverso dará saltos a la luz.






Los profesores de física teórica Rafael Bousso y Joe Polchinski, de la Universidad de California en Santa Barbara, encontraron un mecanismo que podría dar lugar a un panorama de universos paralelos.
Se recibió un impulso de credibilidad en 1987, cuando el ganador del Premio Nobel, el físico Steven Weinberg, ahora profesor en la Universidad de Texas en Austin, calculó que la constante cosmológica de nuestro universo es la esperada en el escenario del multiverso.
Bousso y Polchinski calcularon (Quantization of Four-form Fluxes and Dynamical Neutralization of the Cosmological Constant, 2000) que hay alrededor de "10 a la 500" formas diferentes para anudar esas seis dimensiones extras a un determinado espacio-tiempo (todas vinculando diferentes cantidades de energía), haciendo una inconcebiblemente vasta y diversa variedad de universos posibles.
El Big Bang, en el escenario del multiverso de Bousso-Polchinski, es una fluctuación. Un nudo compacto, de seis dimensiones que conforma una puntada en el tejido de la realidad que repentinamente cambia de forma, liberando energía que forma una burbuja de espacio y tiempo.

Los universos paralelos no pueden ser probados, peor aún, un universo poco natural resiste la comprensión.
"Sin naturalidad, vamos a perder la motivación para buscar una nueva física", dijo Kfir Blum, un físico del Instituto de Estudios Avanzados. "Sabemos que está ahí, pero no hay ningún argumento sólido para encontrarlo".
Después de pasar más de una década aclimatándose al multiverso, Arkani-Hamed ahora lo encuentra plausible y una ruta viable para la comprensión de las formas de nuestro mundo.
"Lo maravilloso, por lo que a mí respecta, es básicamente que cualquier resultado en el LHC va a conducirnos con diferentes grados de fuerza por uno de estos caminos divergentes".



CONFRONTACION

¿Supersimetría o Multiverso?

El pasado 23 de septiembre de 2015, en el Centro Europeo de Estudios Nucleares (CERN), cerca de Ginebra en Suiza, se ha realizado uno de los experimentos fundamentales para determinar si vivimos en un Universo donde la Supersimetría es capaz de explicar la proliferación de partículas que predice el Modelo Estándar o bien si nos encontramos ante la figura de un Multiverso, donde nuestro Universo es uno de los tantos miles de millones que pueden coexistir, cada uno de ellos definido por su propia constante cosmológica. Aunque el análisis de los resultados del experimento llevará bastantes meses, muchos científicos se inclinan por la teoría de la supersimetría.






Un poco de historia

En el CERN se encuentra el Gran Colisionador de Hadrones, más conocido por sus siglas LHC, el cual es un anillo enterrado a una profundidad de 175 metros y compuesto de cientos de imanes y estructuras electrónicas milimétricamente ensambladas (como si fuese un gigantesco reloj suizo) cuyo perímetro se extiende por más de 27 kilómetros. A lo largo de su extensión se pueden hallar un conjunto de cuatro detectores de partículas conocidos por sus nombres ATLAS, CMS, ALICE y LHCb. Iniciada su construcción en la década de los 80, el LHC entró oficialmente en operación el día 10 de septiembre de 2008. Aquel día físicos de todo el Mundo asistieron a la puesta en marcha y calibración de los dos haces de protones, uno en sentido horario y el otro antihorario, pero sin hacerlos colisionar. Pese a que el experimento duró cerca de treinta segundos y fue realizado a bajas energías, días después el CERN tuvo que suspender su operación por meses debido a la fusión de materiales y de imanes del gran anillo liberando cerca de una tonelada de helio líquido. Sólo unos segundos de funcionamiento bastó para hacer colapsar parte del sistema.

Luego de ajustes pertinentes, el LHC estuvo listo para trabajar a bajas energías y colisionar los dos haces, esta vez, el 10 de marzo de 2010, y de paso, encontrar nuevas partículas dentro del mentado Modelo Estándar. Los datos obtenidos fueron procesados hasta que el día 4 de julio de 2012 oficialmente se confirmó que, dos de los cuatro detectores del LHC, el CMS y ATLAS, habían descubierto el escurridizo Bosón de Higgs. Un emocionado Peter Higgs, el físico que la postuló, fue invitado al evento que confirmaría la existencia de la partícula central H, responsable de aglutinar toda la materia.

No obstante este exitoso hallazgo, los físicos quedaron desconcertados porque el Bosón de Higgs, H, resultó más pesado que el calculado para corroborar que vivimos en el Universo propuesto por la teoría de la Supersimetria, pero a la vez más liviano que el valor teórico que soporta la hipótesis de los Multiversos. En efecto, para el Multiverso la masa del H propuesto es de unas 140 veces la masa del protón (140 GeV), mientras que para la Supersimetría el Bosón de Higgs debería ser tan ligero como 115 veces la masa del protón, (115 GeV).

Los detectores ATLAS y CMS determinaron con precisión, sin embargo, que el Bosón de Higgs pesaba 125 GeV, de modo que tanto físicos teóricos como experimentales se dieron cuenta que el experimento mostró que nos encontramos en una encrucijada entre ambos modelos, lo que significa que tanto la Supersimetría como el Multiverso podrían ser plausibles.

Para despejar esta inquietante duda el pasado 23 de septiembre de 2015, en el CERN, se realizó un nuevo experimento, esta vez, a mayores energías, con la finalidad de cerciorarnos si es posible hallar nuevas partículas que incline la balanza definitivamente acerca de si vivimos en un Universo con una Supersimetría o bien si el Universo que conocemos no es más que uno entre muchos posibles. Por ello, en un intento de recrear la condiciones iniciales del Big Bang, el LHC buscará abrir un mini-agujero negro por un breve lapso de tiempo que no superará los 3 segundos al hacer colisionar dos haces de protones que previamente girarán en sentido opuesto, el uno del otro, por espacio de diez horas para así alcanzar una velocidad muy cercana a la de la luz.

Ahora, a esperar los resultados.